Hoy, como cualquier 25 de Abril de mi vida pasada, y estoy seguro que de la futura, siento una emoción especial por todo el cuerpo: Se celebra la «Junta» de San Marcos en Camarena.
La «Junta» es una tradicional reunión en el campo en la que todo el pueblo se reune para comer, comentar sus cuitas y pasar un rato divertido y distendido. La gente se agrupa por peñas de amigos y, o bien cada uno lleva el plato de comida que le ha tocado realizar, o se hace una compra en común y se cocina en el campo. El día comienza temprano preparándolo todo y termina tarde pues la gente quiere alargar lo máximo posible una jornada tan especial.
Personalmente, cuando era chaval, ese día en el campo con los amigos para mi significaba no solo diversión, sino que te estabas convirtiendo, o eso creías tu, en adulto. ¡Ibamos al campo a comer solos, sin la supervisión de los mayores! . Realizabamos «hazañas» al alcance de muy pocos, como subir a un álamo de la tristemente casi desaparecida alameda de «Guailla», bañarte en el arroyo, que si ese año corría no creo que tuviese mas de diez centímetros de profundidad, jugabas al fútbol sin límite e incluso te fumabas algun pitillo y tomabas alguna cerveza. La sensación de libertad era emocionante.
La fiesta ha ido evolucionando y mi percepción de ella también, ya no se puede celebar en la alameda, de grandes recuerdos, ahora se celebra en el pinar del Prado Palacios, y estoy seguro que los chavales de ahora vivirán San Marcos con las mismas sensaciones que lo hacíamos nosotros antaño, desarrollando los valores de la amistad, la camaradería, compartiendo bienes y tareas por igual. Estos valores seguro que les ayudarán a ser un poco mejores en el futuro.
Digo que mi percepción de la «Junta» también ha ido evolucionando porque, como es lógico, cuando se van cumpliendo años la visión de la vida cambia con ellos y además los medios que tenemos ahora son muy diferentes a los que teníamos hace treinta años, para hacer una romería también. Sin embargo, las pocas veces que he podido asistir en estos últimos años, me he dado cuenta que la esencia de la fiesta perdura, que sigue existiendo esa camaradería e incluso, al final del día, esa exaltación de la amistad tan típica de los españoles cuando estamos de celebración.
Hoy, como cada 25 de Abril, siento en mi pecho el orgullo de ser de Camarena y la nostalgia de no estar alli.